jueves, 29 de noviembre de 2018

Crítica: Entre dos aguas

LXVI FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN:
"Con una segunda Concha de Oro bajo el brazo, el reivindicado y a veces complicado Isaki Lacuesta vuelve a deleitarnos con su mejor cine. En esta ocasión, volvemos a ecos pasados, para contar la historia de Israel y su hermano, doce años después de que protagonizaran aquella maravillosa aventura llamada "La leyenda del tiempo". La vida para ambos ha cambiado mucho, sobre todo para Israel, que desde el minuto se impone como el gran protagonista de esta historia. Una historia de calado documental, pero que se mueve con soltura en las claves de la ficción. En ella se cuenta su difícil periplo desde que sale de la cárcel para encontrar el perdón y reconocimiento de su entorno, desde sus seres más allegados hasta el de una tierra tan contradictoria como bella: esa bahía de Cádiz que se erige como un personaje más dentro del relato y nos ayuda a entender las visicitudes de una tierra en continua confrontación de valores e ideas. Sin duda, se le pueden achacar a la cinta varios defectos, entre ellos, una duración excesiva quizás propiciada por el abusivo juego de repetición, así como ciertas subtramas que, en vez de añadir complejidad a la película, nos desvían de ella, conjugando ciertas líneas sobrepuestas. No obstante, por encima de estos defectos y de los riesgos que entraña jugar con historias ya tratadas, la película se erige con firmeza por la bella y honesta mirada de su realizador. Su mimo por los personajes, sus historias y su continua humanidad se convierten en el motor de unos de los ejercicios más admirables del año, que desde la observación y la sutileza construye un retrato repleto de emociones. Emociones condensadas en la mirada, en el gesto y en la palabra de Israel Gómez Romero. Su historia y sobre todo su excelente aporte interpretativo conjugan con elegancia y verdad una composición social y psicológica realmente acongojante. Todo ello labrado al servicio de una historia de una auténticidad abrumadora y que alejada de maniqueísmos y postizos innecesarios construye un viaje insólito a lo más profundo de nuestras emociones."
 
Lo mejor: La honestidad y humanidad de la mirada de Isaki Lacuesta.

Lo peor: Su excesiva duración, propiciada por un excesivo ejercicio de repetición.



NOTA: 8(****)

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