"Veinte años después de "La buena vida", vuelven los personajes de aquella historia, más maduros, más curtidos, más derrotados si cabe, como si su creador quisiera hacer un guiño autobiográfico a la nostalgia de su pasado y su reflexión sobre la madurez presente. Así planea este discurso, sobre la historia de unos casi cuarentañeros que deciden reencontrarse para iniciar un viaje que les ayudará a recordar el tiempo pasado y tomar conciencia sobre el presente. Una road-movie, que con habilidad recorre rincones encantadores de nuestra geografía (Extremadura y Castilla y León), con la música de la mano. Una película creada y rodada desde la espontaneidad, y llevada con mimo, y libre de equipajes. Esto último, a veces, se convierte en un valor positivo, pero otras, juega a la contra. Pues aunque la película en su deseo de ser libre, se admira dinámica y fresca, a veces peca de imprecisión, de ciertos diálogos no labrados y de una falta de poso considerable. Es de admirar ejercicios tan insólitos, pero que inevitablemente, en su falta de tiempo, encuentran numerosas imperfecciones. En este sentido, verbalizamos de forma muy clara en la pareja protagonista esta dicotomía. Si Fernando Ramallo se presenta esquemático y por momentos sobreactuado, Lucía Jiménez impregna de luz todos los fotogramas, y se convierte en el aliciente de una película que, en cierto manera, viaja al servicio de su renacer como actriz. Este ejemplo, como podrían presentarse otros, quiere sintetizar el valor de una idea fresca, dinámica y con valores nostálgicos muy admirables, pero a la que le falta consistencia y dedicación para que pueda brillar y resurgir como el relato de nuestras vidas."
Lo mejor: El magnetismo de una recuperada Lucía Jiménez.
Lo peor: La falta de precisión y consistencia del conjunto.
NOTA: 6(***)
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