Crítica: Baarìa

Baarìa: 9(*****)
Aprender de las pequeñas cosas de la vida, de la dulzura de la niñez, el atrevimiento de la juventud, la firmeza de la edad adulta y la sabiduría de la vejez, es un tema exquisito y muy honesto. El film gira en torno a las pequeñas cosas de la vida, como evolucionamos, como nos adaptamos y nos fortalecemos, una fábula épica repleta de emociones, de honestidad, de amor, de libertad y fuerza. Una película que toca fibras y consolida una belleza absoluta en el cine italiano. Todo esto se debe a la maestría en la dirección de Giuseppe Tornatore, gran maestro, que demuestra con cada paso, con cada película, su valentía, su esfuerzo y su dedicación al mundo del cine. Excelente también es el guión, lleno de grandes momentos. Su fuerza técnica es sobresaliente, una fotografía bellísima, capaz de captar la luz, las sombras y dibujar la bella Italia. Una ambientación extraordinaria, capaz de captar cada detalle, unos decorados espectaculares, junto a un rico vestuario y una buena caracterización. Un montaje espléndido, lucha de imágenes en consonancia a la belleza. Sonido acertado, y muy bien diseñado. Pero sin duda, la gran maravilla del film, es la extraordinaria partitura de Ennio Morricone, una de las mejores bandas sonoras de la última década, capaz de captar la emoción, la alegría, el entusiasmo, brillante absolutamente. Dejando de lado el gran potencial técnico, tenemos que destacar un estupendo reparto muy coral, actores que juegan con la naturalidad y la sencillez, y salen triunfando de forma absoluta, destacar la inocencia de los niños, su dulzura y su bondad y la arriesgada y excelente interpretación de Ángela Molina. Si hay que destacar algo negativo del film, es su tendencia al maniqueísmo, al bipartisimo, pero a pesar de ello, es una de las grandes obras de la filmografía italiana, un gran regalo para el público, una obra bellísima en la que se mima hasta el último detalle. Un gran drama épico, con tintes cómicos y cargado de originalidad y brillantez.

Lo mejor: La brillante música del gran ENNIO MORRICONE y la conseguida ambientación.

Lo peor: Cierta tendencia maniqueísta.