miércoles, 25 de marzo de 2015

Crítica: La señorita Julia

"August Strindberg dramaturgo y escritor, maestro de maestros en el arte del teatro y la literatura, y rompedor de las convenciones socioculturales de una época tristemente deprimida en su ocaso, compone una de las grandes joyas de la dramaturgia universal. Una pieza sin precedentes, compleja y completamente rupturista. Se trata de "La señorita Julia", capaz en su rico lenguaje de desmontar todas las estructuras firmemente asentadas durante décadas, y de explotar todas las pasiones humanas en su búsqueda de la verdad. Esta maravilla ha sido llevada al teatro y al cine en numerosas ocasiones. No obstante, llegaba el momento de otra maestra, Liv Ullmann. Ella prometía en su madurez artística ofrecer un ejercicio intenso y rompedor sobre lo que décadas atrás escribiera el gran dramaturgo sueco. Al penetrar en la composición cinematográfica de esta virtuosa actriz y directora uno advierte su consolidación en el campo del cine: su concisión visual es admirable, la belleza pictórica de las imágenes( especialmente ese final apoteósico) se antoja deslumbrante y el ensamblaje conjunto de todos los elementos expresivos se advierte muy notable. Sin embargo, Liv Ullmann, presumiblemente gran admiradora de Strindberg, ha querido ser tan fiel a la obra original, que despojada de barroquismos, indaga de forma detallista sobre el texto, dejando que las palabras invadan el campo de la cinematografía, compendiando de esta manera una muestra excesivamente teatral. No hay innovación, ni deseo de alcanzarla. La película se ancla al deseo de ofrecer una teatralización muy historicista, pero siempre fiel a la obra original. Tan sumamente fiel que la película se antoja excesivamente densa en la pantalla. De vez en cuando, la trama exige un respiro, pues aunque admiremos los indudables logros de su realizadora, también le achacamos que sobre una obra tan sumamente jugosa no haya ejercicio una postura mucho más rompedora, capaz de explotarla cinematográficamente. Ullman decide apostar por dirigir un teatro encuadrado, y sobre él mostrar sus particulares cualidades plásticas. Mención especial merece la composición técnica de la cinta, que aunque minimalista, resulta admirable. Desde la bellísima paleta fotográfica, pasando por el despojado juego de ambientación y culminando con los acertados usos musicales de Schubert, Bach y Arensky. Todo está construido para sustentar las necesidades simbólicas de un manifesto tan complejo. Pero sin duda, la mayor riqueza de la película reside en el excelente trío protagonista, tan bien remarcado por la pieza musical de Schubert. Samantha Morton mucho más contenida que sus compañeros aporta entereza a su aparentemente silente composición, Colin Farrell cercano por momentos a la sobreactuación firma un ejercicio explosivo y definitorio en su carrera, pero sin embargo la baza en este ámbito y de forma decisiva para la expresión visual y sonora del film se encuentra en esa maravilla de la interpretación llamada Jessica Chastain. Su desgarro, su despojo y su locura nos estremecen desde el primer al último minuto. Su trabajo es tan arriesgado y consigue librar esa afrenta de forma tan soberbia que uno no puede más que elogiar una muestra tan sublime de este personaje. Chastain reafirma su valía y se confirma capaz de romper todas las barreras a su paso con uno de los ejercicios más admirables de su carrera y en general del cine reciente. Su trabajo aporta la garra y la viveza que el denso ejercicio de Ullmann a veces exige en sus formas y contenido."
 
Lo mejor: Una deslumbrante y desgarradora Jessica Chastain.



Lo peor: La densidad de la película.



NOTA: 7(****)

martes, 24 de marzo de 2015

Crítica: La desaparición de Eleanor Rigby

"Antecedido por un díptico bastante curioso sobre el juego doble a la hora afrontar la crisis de pareja nace este compendio de esas dos miradas humanas. Un ejercicio que se antoja muy interesante y necesario para entender la sensibilidad humana en momentos nada fáciles. El ensamblaje de las dos piezas de este puzzle, aunque empieza de forma honesta y valiente, conforme avanza el metraje se van notando ciertas carencias que se suplen con imposturas. Imposturas que nos alejan de esa búsqueda empática que plantea la película, y que desdibujan la psicología de los personajes y las relaciones entre ellos. Si al principio asistimos a un ejercicio noble sobre la propia vida, al final el film acaba acudiendo a la metáfora oportuna para justificar ciertas ausencias expresivas. El puzzle reducido a dos horas requería de mayor indagación emocional, no quedándose tan a medias. No obstante, a pesar de la irregularidad de su desarrollo y la imperfección de sus definiciones, la película se conforma construida con admirable notabilidad. La sensibilidad de Ned Benson construye una inmersión en el sentimiento de la pérdida que traspasa la pantalla gracias a una humanidad abrumadora consiguiendo momentos realmente mágicos. El ambiente de la película, su esencia se presenta tan bien definida que es imposible no sentirse envuelto en esta dura espiral de la vida, o simplemente abatido por el dolor de sus personajes. El ensamblaje entre la admirable postura de su realizador en consonancia con un gran ejercicio técnico es el resultado de tan buen sabor de boca. Sumando esto a un ejercicio interpretativo coral muy bueno. La valentía de los secundarios (Mención especial para una imponente Viola Davis) y la contención de McAvoy ayudan a engrandecer un ejercicio extraordinario, el de una actriz capaz de transformarse en cualquier personaje y hacerlo terriblemente humano. Jessica Chastain nos emociona con una construcción contenida por momentos, desgarrada por otros, pero siempre vibrante y laureada por el bello abanico de la humanidad. Su brillantez es tal que la película en sus imperfecciones se vuelve emocionante, necesaria y humana, sobre todo muy humana."
 
Lo mejor: La humanidad de Jessica Chastain.


Lo peor: Las piezas del puzzle no están bien ensambladas.



NOTA: 7(****)

lunes, 16 de marzo de 2015

LXXXVII Premios Oscar. Reseñas. Segunda Parte:

La sal de la Tierra:
"De la fusión artística de dos genios, cada uno en su ámbito, nace este canto de amor a la fotografía y en definitiva a la grandeza de ese mundo que inmortaliza a través de su objetivo. La obra de Sebastião Salgado tiene la suficiente entereza narrativa y simbólica como para construir una epopeya visual sobre el mundo en el que vivimos, y la firmeza de ese gran autor llamado Win Wenders parecía garantizar un espectáculo sin precedentes. No obstante, a diferencia de la alabanza casi generalizada de una gran parte de la crítica, personalmente me cuesta entablar un diálogo pasional con esta obra, desplazando mi postura al grado del interés visual por ese norme fotógrafo que es Salgado. Mi falta de encaje, se debe a una tendencia clara en la película y es ese ensamblaje tan forzado que pretende confabular entre la mirada fotográfica de este maestro de forma cronológica y las reflexiones sobre el ser humano y su postura en un mundo de devastadoras contradicciones. La manipulación, y en cierta manera la teatralización excesiva de cada uno de los momentos que perfilan este bello panorama visual restan fluidez, y en consecuencia emoción a este curioso documental. No obstante, es vibrante apreciar el inmenso recorrido fotográfico que se nos presenta y aplaudir las evocadoras reflexiones que plantea este discurso gráfico, siempre que no intenta apelar a posturas excesivamente existencialistas. Momento en el que la impostura se apodera de toda la función y la impide perpetuar en el campo de las emociones."

NOTA: 7(****)


La teoría del todo:
"La vida y obra de Stephen Hawking ofrecía material suficiente como para construir un relato cinematográfico de gran virtuosismo, pero también se prestaba a un ejercicio sensiblero bajo los patrones del biopic más convencional. Sin duda, en esta segunda senda viaja una película que a veces maneja tal edulcoramiento que resulta repulsiva. El desarrollo es previsible, los diálogos manidos y la lágrima fácil está más que asegurada. La epopeya de Hawking merecía un ejercicio mucho más limpio, más redondo y sobre todo tan rompedor como fueron sus logros. Sin embargo, a pesar del insuficiente resultado final, el film está bien tratado visualmente, y camina a un ritmo muy bueno, que permite limpiar las asperezas de un guion tedioso. Técnicamente funciona muy bien, destacando una calidad musical notable, que a veces acude a un innecesario subrayado emocional. Pero sin duda, la gran valía de la película reside en un gigantesco Eddie Redmayne que mima al detalle la construcción de un personaje complejo, apoyado por la interesante intervención de Felicity Jones en el papel de Jane. La valentía de este joven actor británico se revela como el gran oasis de este fracasado intento de trasladar la vida de unos grandes de la astrofísica a la gran pantalla."

NOTA: 5(***)


Siempre Alice:
"Como preámbulo a introducirme en este análisis social, me venía a la cabeza aquella admirable y sensible recreación de Julie Christie en "Lejos de ella", estimable debut de Sarah Polley. Esta película se me presentaba como el referente más reciente en el abordaje de un tema tan latente y duro como el alzheimer. Un ejercicio valiente y estremecedor mimado desde la sensibilidad. No obstante, este film de Richard Glatzer & Wash Westmoreland poco se parece a aquella pieza de buen gusto. Su película deambula por otro sendero bien diferente. Hablamos de la vía del cliché, de los convencionalismos...llegando hasta puntos tan incómodos como la impostura y lo risible. Sí, en poco se diferencia esta pretendida reflexión social de los telefilms de sobremesa. Los momentos lacrimógenos están tan buscados que resultan ridículos y la película, aunque acertada en su ritmo y formas, se desvía por los senderos más manidos. En medio de este desastre sensiblero emerge un aura de humanidad. Hablamos de Julianne Moore, una actriz capaz de todo, que en esta ocasión sin llegar a sobresalir consigue emocionarnos gracias a una humanidad estremecedora a la hora de dar forma a su personaje que se antoja como lo más honesto de la función. Función que termina con buen vuelo, pero que apenas alcanza la mitad de sus propósitos la mayor parte del metraje."

NOTA: 4(**)


Whiplash:
"Pocas veces a lo largo de los años cinematográficos se nos presentan joyas de extraña rareza aupadas por esos premios cada vez más anclados en sus anquilosadas barreras, denominados Oscars. La nueva cinta de ese amante del jazz llamado Damien Chazelle es una rareza pocas veces vista. Su combinación de drama, thriller, musical y ciertos extractos de comedia negra funciona como un cóctel explosivo que nos permite palpitar durante todo el metraje. Acudimos a un espectáculo vertiginoso en el que los diálogos no relajan la acción, sino que la aceleran en su avance prácticamente imparable. Un film que llega a cotas altas de exceso, y que por ello puede resultar incómodo por momentos y algo intragable, pero que es capaz de compendiar una dicotomía moral que se advierte bajo prismas muy ambiguos y a la vez desarrollar un espectáculo audiovisual extraordinario. El trabajo sonoro de la película es crucial para detonar todos los dardos rítmicos del metraje y el montaje enlaza las imágenes de una forma tan sublime que nos regala el mejor ejercicio de ensamblaje cinematográfico del año. Esos dos sobresalientes elementos técnicos, apoyados por una notable fotografía, erigen la labor de un visionario realizador, que se acompaña de un acertado reparto, en el que ese todoterreno llamado J.K. Simmons ofrece la mejor intepretación de su carrera, gracias a un bestial ejercicio de histrionismo capaz de revolver las tripas, pero a la vez capaz de provocar la risa. Una labor maestra de interpretación para una película admirable, difícil por momentos y poco redonda en otros, pero siempre admirablemente enérgica y transgresora."

NOTA: 8,5(****)

domingo, 15 de marzo de 2015

Crítica: El francotirador

"Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira." Aludir a esta cita del gran dramaturgo británico William Shakespeare resulta interesante para sintetizar el análisis valorativo de una de las dos partes que se antojan como ejes vertebradores de una propuesta tan arriesgada como interesante. La nueva incursión cinematográfica de ese ya excesivamente endiosado icono del Séptimo Arte se presta a ser dividida analíticamente en dos vertientes. Por un lado, contemplamos un discurso ideológico que planea de forma más ambigua de lo que inicialmente se presenta, y por otro, asistimos a una película muy arraigada a los patrones convencionales del género bélico. La palabra shakesperiana se advierte valorativa en la primera vertiente de análisis. Hablamos de ese discurso político-ideológico que se apostilla a una dirección muy clara, provocándonos un ejercicio de antipatía a lo largo del metraje, pero que en su vertiente final, debido a pequeños matices, tales como esa resolución radical (hablamos del tratamiento dado, no del desarrollo de la historia real como tal), la no redención de su protagonista…nos advierten de que el mensaje no está tan claro, y lo que puede contemplarse como un discurso político de vocación directa, acaba convirtiéndose en un paradigma sociológico de la posmodernidad. Cómo entroncar la verdad ante la pluralidad de la sociedad que nos envuelve. Asistir a la recepción que esta película provocaría en los diversos enclaves planetarios nos resultaría muy interesante para darnos cuenta de cómo un ejercicio cinematográfico aparentemente tan marcado, puede despertar diversas valoraciones morales dependiendo de los condicionamientos culturales o ideológicos de la persona, el lugar y el momento. En ese aspecto la película merece ser alabada, porque de un modo no sabemos si intencionado o involuntario (Conocemos bien el posicionamiento ideológico de Eastwood) consigue construir un manifiesto sociocultural  sobre la pluralidad moral que dibuja el patrón normativo del paradigma posmoderno. Por otro lado, acudiendo a los logros cinematográficos de la película, contemplamos un producto cinematográfico muy conservador y ciertamente insípido. Todo comienza por un guion bastante desastroso, que dibuja los personajes de una forma muy maniquea, y que quiebra la armonía del conjunto, definiendo un panorama bélico interesante frente a un ejercicio de introspección personal muy insuficiente. El tratamiento de la vida personal de Chris Kyle (sólidamente interpretado por Bradley Cooper) en relación con su mujer, no sólo nos presenta un personaje que en el fondo está excesivamente desdibujado, sino también jugamos al juego de la mujer florero, y de los diálogos risibles y soporíferos que tanto mal cine acompañan. Partiendo de esa base quebrada, Eastwood pierde su ingenio pasado en un conjunto de secuencias construidas bajo el calificativo de la excesiva corrección. La postura visual de la película se presenta tan de manual, tan académica, que resulta anodina e inerte. Bien le hubiese venido revisar a Eastwood los dos últimos filmes de Kathryn Bigelow, para construir un discurso audiovisual rompedor y que se perpetúe en la retina del espectador en ese campo de fácil acomodamiento que es lo bélico. Su anquilosado conservadurismo a la hora de compendiar una muestra cinematográfica singular muy lejos queda de sus grandes obras maestras. Para salvarle de la total insuficiencia, su equipo técnico ofrece un trabajo admirable, en especial un logrado montaje y un ejercicio sonoro extraordinario que te desplaza con virtuosismo a la cruenta realidad del campo de batalla. La efectividad de estos elementos del discurso se advierte como el pilar sostenedor de una muestra obvia de la decadencia de un gran realizador. Una película desequilibrada, con un gran interés sociológico, cultural…pero que cinematográficamente resulta prescindible. Quizás Eastwood, cansado de su hacer, busca otras vías de discurso social, alejándose de su verdadera labor en la vida, o simplemente puede que la incontenible epopeya de nuestros días requiera de cierta reflexión marchitada por el devenir involutivo de lo próximo. Fuera como fuese la indiferencia se antoja como el camino más innecesario dentro del paradigma posmoderno que nos acontece, y construir arte que no es Arte de definida postura militante se antoja como casi una necesidad presente, aunque personalmente me aleje a divagar sobre esta decisión no del todo acertada para una sociedad que baja llorando, pero no sube riendo."
 
Lo mejor: Su ambigüedad reflexiva y su tapiz sonoro.


Lo peor: Su incapacidad cinematográfica.


NOTA: 4,5(**)

miércoles, 11 de marzo de 2015

LXXXVII Premios Oscar. Reseñas. Primera parte:

Alma salvaje: 
"Acudimos a un nacimiento estimable de ese interesante realizador llamado Jean-Marc Vallée, el cual conforme se ha ido introduciendo en el entramado hollywoodiense de un modo independiente ha ido perdiendo originalidad, brillantez, ofreciendo todos sus recursos narrativos a un cine cada vez más anclado en las rancias posturas del convencionalismo más academista. Su última película vuelve a beber de ese cine pensado y creado para ganar premios de la Academia. Una propuesta curiosa tomada de la autobiografía de Cheryl Strayed, una mujer con una vida nada fácil que emprende su particular sendero de redención. Aunque la película advierte cierto hipnotismo visual muy propio de Vallée y está bien construida técnicamente, sin olvidarnos del esfuerzo de una interesante Witherspoon, es indudable que resulta anodina, por un guion plano de construcción psicológica y/o emocional manida y convencional, diseñada bajo la abusiva instrumentación del flashback. Un film que ni arriesga ni pierde. Una pieza carente de ese alma que sobrevuela frívolamente los grafismos de su título."

NOTA: 5,5(***)


Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia):
"Parecía temerario que Iñárritu se enfrentara a una producción de estas condiciones, y navegara en el campo de la comedia tan sumamente alejado de sus otras aportaciones cinematográficas. No obstante, desde que irrumpiera en el Festival de Venecia, este particular superhéroe ha conseguido todo tipo de alabanzas, y no es para menos, pues pocas veces una película tan rompedora y tan equilibrada en todos sus aspectos consigue el beneplácito de los premios de la Academia. Esta poderosa película combina de forma magistral forma y contenido. Es decir, enlaza con genialidad un discurso profundo, bien desarrollado y mejor expuesto sobre la necesidad crítica en el mundo del espectáculo, con especial hincapié en el teatro, y sobre la siempre pertinente escisión entre lo popular y lo artístico, con un espectáculo visual de gran riqueza. Una exploración audiovisual muy visionaria en la que a través de un extraordinario falso plano secuencia Iñárritu logra transmitir el complejo mensaje de su discurso de una forma audaz y admirable. Postura apostillada con firmeza gracias al gran ejercicio técnico de su equipo, desde la sobresaliente fotografía de Emmanuel Lubezki, pasando por la creativa música de Antonio Sánchez y culminando en el ya mencionado montaje de admirable continuidad construido por Crise & Mirrione. Espectáculo deconstructivo sobre su propia metafísica, que se eleva con entereza gracias a la entrega de un reparto abrumador: desde ese renacimiento de Keaton, a la habilidad discursiva de Norton, finalizando en el vibrante monólogo de Stone y la brillantez emotiva de Watts. Todos ellos confirman que no nos encontramos ante un simple ejercicio de estilo, o ante una película llamada para romper, todos los elementos descritos nos acercan a que el paradigma del tiempo confirmará este curioso espectáculo cinematográfico como una tesis necesaria y memorable sobre la recurrente escisión de nuestra días en la vorágine planetaria que vivimos, porque "Birdman" es teatro, es sociedad, es mundo..."

NOTA: 9(*****)


Descifrando Enigma: 
"Figura clave en la historia del siglo XX, y escasamente auspiciada por el sector cinematográfico, encuentra su exposición audiovisual a través del ejercicio de Morten Tyldum sobre guion de Graham Moore que acude a la base biográfica diseñada por Andrew Hodges. Hablamos sobre el matemático Alan Turing que cambió el curso de la historia gracias al ejercicio de la razón humana por encima de la masacre autodestructura de su especie. La película aunque construida sobre un guion firme, viaja por la senda de la excesiva corrección. La capacidad de dotar a una historia tan interesante de poder cinematográfico no se advierte como una de las cualidades de un realizador que parece enfrentarse a un proyecto que se le antoja excesivamente grande. La planificación visual es anodina y carente de expresión, y el guion aunque acertado, se va deshaciendo conforme avanza el metraje hasta enfrentarse a un desenlace ciertamente mejorable y con ciertos ignoros temáticos que hubiesen sido necesarios para entender a ese interesante personaje que fue Turing. La maniobra descriptiva del desarrollo de Enigma está bien planteada, pero la perfilación emocional de sus artífices es plana. Toda la película se estructura partida por elementos satifactorios y otros irregularmente entonados. Aunque sin duda, lo que mejor lidia esta insulsez que se respira a lo largo de las casi dos horas de función es, por un lado, la entrega de un muy inspirado Cumberbatch que nos regala un notable ejercicio interpretativo, insuflando la humanidad que tan escasa se presenta en la película y en segundo lugar, una partitura bellísima y expresiva de Desplat que con brillantez enlaza con ritmo las secuencias y las dota de esa magia de la que la imagen tanto carece, consiguiendo que el espectador se detenga sin respiro ante la pantalla."

NOTA: 6(***)


Interstellar:
Christopher Nolan, interesante manipulador visual, vuelve a emprender de nuevo un camino de escasa honestidad. El problema es que esta vez, frente a sus predecesoras, acudimos a un espectáculo de tintes mucho más metafísicos, existencialistas, compendiando cierta epopeya sobre el sentido de la raza humana y su presencia en el universo. Nolan aprovecha su capacidad visual para introducirnos en un producto vacuo, lleno de verborrea física, pero que aunque intente solidificar sus principios científicos, se desploma al advertir de forma tan clara sus costuras. No sólo hablamos de una insufiencia en lo respectivo a la consecución de lo que dice y lo que expone, que resuena en ecos pasados, sino también en la incapacidad de construir un discurso audiovisual capaz de emocionar y perpetuar singularidad a la hora de construir un mensaje que tanto pretende pero que se queda en casi nada. La primera hora es sencillamente deficiente, hasta llegar a ese salto especial en el que la base científica y las capacidades de Nolan conforman un discurso mucho más solido y potente. Las trampas de este realizador a la hora de compendiar un análisis humano sin humanidad, cada vez más se ven más evidentes y más cuando la dicha se antoja tan crepuscular. Sin embargo, es indudable la valentía técnica del conjunto: esos abrumadores efectos visuales, la eficacia sonora, la vibrante partitura de Zimmer, entre otros elementos, y un reparto que en líneas generales nos ofrece una muestra notable de su trabajo. Mención especial merece un extraordinario Matthew McConaughey que se crece en cada nuevo papel. Si no fuera por ellos envueltos en esa admirable espiral técnica, el ejercicio de Christopher Nolan resultaría tan nulo que merecería ser desterrado al cajón del olvido absoluto."

NOTA: 5,5(***)


 Into the Woods:
"Si la carrera de Rob Marshall comenzó de un modo notable gracias a ese gran musical llamado "Chicago", sus siguientes aportaciones han ido construyendo una senda en decreccendo hasta derivar en este abominable producto final. La sugerencia era jugosa e interesante, pues se pretendía ofrecer un ejercicio de parodia de los cuentos tradicionales dentro del marco cinematográfico, que tan buenas posibilidades ofrece a la hora de enmarcar la fantasía de estos relatos. Pero sin duda, se ha configurado un puzzle inconexo que chirría por todas sus esquinas. Ni visualmente, ni narrativamente, ni musicalmente la película funciona. Esta se presenta de un modo más o menos estimable, y va decayendo hasta asistir a un final de absoluto despropósito. Ni siquiera técnicamente el conjunto consigue salvarse de esa apariencia de musical acartonado y ruidoso, pues la sobresaturación sonora, la irregular fotografía y ciertos fallos de montaje ensucian una obra, que ya se presenta asqueada en sus bases de definición más sólida. De igual manera, el reparto se mueve entre la insulsez, la sobreactuación y directamente la estupidez (véase el caso del casi siempre prescindible Johnny Depp). Sin embargo, en todo naufragio hay ciertos focos que mantienen la luz que poco a poco se apaga, y en este caso hablamos de un ejercicio de ambientación bastante acertado, con especial mención al vestuario, y una Meryl Streep enérgica, vibrante y hasta necesaria para sacar a flote una cinta en la que nadie sabe cantar, actuar o simplemente conformar con suficiencia la magia que tanto requería."

NOTA: 3(**)

domingo, 1 de marzo de 2015

Goya y Oscar son....

"Tras un tiempo de inactividad quiero hacer una especie de breve memoria crítica sobre las dos ceremonias de galardones cinematográficos más importantes para mí, y para muchos cinéfilos de nacionalidad española en un formato comparativo, que intentando respetar las claras diferencias geográficas y presupuestarias, juega a diseñar una línea común de actuación ajustándose al margen de posibilidades de cada opción. Han pasado ya semanas desde la gala de los Goya y apenas unos días de la ceremonia de los Oscar, sin duda los dos eventos cinematográficos de mayor expectación personal y que han sido quinieleados en sus diferentes categorías y esperados durante meses por un amplio número de amantes del Séptimo Arte. Como en todo gran evento, la antesala se disputó en la alfombra roja. Horas de gran expectación en el mundo de la moda y con ciertos matices aparcados en el sector de referencia. La línea de la corrección, y el excesivo riesgo compendió el desarrollo de esas horas previas a las respectivas ceremonias. Si Penélope Cruz, Bárbara Lennie, Elena Anaya y Carmen Elías deslumbraron en los Goya, en los Oscar hicieron lo suyo Julianne Moore, Jessica Chastain, Cate Blanchett y Marion Cotillard. Acontecidos los preámbulos del espectáculo cinematográfico, las miradas fueron fijadas en el oficio del conductor de la gala, que en el caso de los Oscar, es decir en el caso de Neil Patrick Harris, su intervención aunque iniciada de forma curiosa, fue insípida y carente de gracia, en contrapunto con el enorme esfuerzo y talento de Dani Rovira, que sin sobresalir, condujo la ceremonia con un aplomo admirable. Por otro lado, hablando del ritmo, la duración y las intervenciones cómicas y musicales, si la ceremonia hollywoodiense cumplió con creces este cometido, exceptuando la baja calidad de ciertas interpretaciones de canciones nominadas, los Goyas acudieron al exceso de duración ofreciendo a partir de cierta hora una gala soporífera y excesivamente alargada por la inclusión de ciertos contenidos innecesarios(El número de claqué, la vergonzosa intervención de O´Dogherty, y el barroquismo excesivo en los tramos finales que jugaron la aparición cómica de Alberto López y Alfonso Sánchez y la intervención musical de Poveda, sin olvidarnos de los discursos eternos de muchos premiados), que provocaron la decadencia de un espectáculo que prometía mucho más gracias al impresionante e imborrable número inicial, una declaración de principios ante la situación que vivimos. En cuanto al reparto de galardones, el ejercicio de los Goya y los Oscar fue totalmente contrapuesto. Los Goyas premiaron el consenso y cierta injusticia depositando toda su confianza (un total de 10 premios) sobre una sóla película, y dejando con muy poco pastel o ninguno a películas realmente muy interesantes, algunas extraordinarias. Caso contrario se dio en los Oscar, que dibujando un panorama cinematográfico muy insuficiente premiaron con aplomo baja las expectativas previstas, pero sobre todo bajo el concepto de la justicia."Birdman", por mucho que le pese a mucha gente, es la mejor película norteamericana del año. Datos y cifras que nos advierten sobre la necesaria reconversión de muchos premios, que a veces ignoran la calidad y se convierten en entes escasamente representativos de las muestras cinematográficas que se desarrollan cada año, exigiendo en este caso cierto compromiso al académico anquilosado de arriesgar a favor de un cine valiente, necesario y plural."

Goyas:

Lo mejor:
-El magnetismo de Dani Rovira.
-El discurso de Antonio Banderas.
-La vibrante actuación inicial.
-El merecidísimo premio a Bárbara Lennie.
-La emoción de Carmen Machi y Nerea Barros.
-El discurso de González Macho.

Lo peor:
 -La excesiva duración de la gala.
-La horrorosa intervención de O´Dogherty.
-El reparto de premios.
-Los barroquismos de más.
-La falta de riesgo en la alfombra roja.





Ganadores Aquí.

Oscars:

Lo mejor:
-El homenaje de Lady Gaga a "Sonrisas y lágrimas".
-La emocionante interpretación de "Glory" por sus compositores(John Legend & Common).
-La justicia en el triunfo de "Birdman".
-Julianne Moore al fin oscarizada.
-El emocionante discurso de Graham Moore.

Lo peor:
-Un descafeinado Neil Patrick Harris.
-La premiación en la categorías de cortometrajes.
-La rigidez de algunos premiados.
-La no sorpresa en la categoría de mejor película extranjera.
-La escasa calidad de muchas actuaciones musicales.
-Los americanismos baratos de siempre.

Ganadores Aquí.