viernes, 10 de febrero de 2012
Crítica: Nader y Simin, una separación
Nader y Simin, una separación: 9(*****)
Resulta arriesgado y acertado que en sociedades tan reprimidas y limitadas por los esquemas de la cultura y la religión se hagan películas tan complejas y que jueguen con una sutileza tan bien definida, capaz de convencer a unos y de conmover a otros. El realizador Asghar Farhadi, habitual de un cine social y comprometido, consigue esta vez su obra más sublime. Para ello utiliza un hecho particular, una historia corriente, que recorre poco a poco las espinas del Islam, y supone un punto clave para reflexionar sobre las ataduras de esa cultura, anquilosada por una religión extremista y discriminadora. La trama pasa de la sencillez narrativa a una complejidad absolutamente extrema, que a poco a poco fumiga, deshace y toca todos las fronteras de este conflicto. Un conflicto tratado desde un punto de vista totalmente innovador, provocador y diferente, que consigue enfrentarse a la rebeldía de la estandarización y la simplificación, construyendo una trama espléndida, con un final sugerente y cargado de magistralidad. Con toda esta magnificencia, reconozco que esperaba que fuera la película del año, pero es que ha habido tanta calidad este 2011, tanta innovación, que resulta difícil que una película, con un tema tan latente, pero a la vez tan habitual y simple se imponga en la cima. La película funciona gracias a todas sus vertientes, el gran trabajo de dirección, de guión. La pulida factura técnica, que brilla gracias al sobresaliente montaje, la perfecta fotografía y el meditado sonido. Pero por encima de todo está ese genial reparto, absoluta finura y firmeza de la película. Del primero al último consiguen un trabajo cargado de matices, gracias en gran parte a la perfecta definición y construcción de sus personajes. Destacar a unos abrumadores Peyman Moaadi, Leila Hatami, Shahab Hosseini, Sarina Farhadi, pero sobre todo una imponente y excelente Sareh Bayat, su intervención supone una explosión en todos los sentidos. Un reparto absolutamente ejemplar. Una película necesaria, que merece ser vista, oída y comprendida.
Lo mejor: El sobresaliente reparto, destacando a una inspiradísima SAREH BAYAT.
Lo peor: La redundancia de su temática.
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