Crítica: La casa de mi padre

La casa de mi padre: 7,5(****)
Ni es una obra maestra, ni la película maravillosa que esperábamos, pero es un film alentador y poderoso. Quizás un mensaje demasiado radical, pero a la vez muy efectivo y cierto. Una historia atrapada en la realidad cotidiana del País Vasco, un sufrimiento continuo, una tensión constante, un dolor intenso. La dura realidad, la angustia del sufrimiento al que nos enfrentamos. La fuerza del guión es asombrosa, pero no demasiado acorde con el correcto poderío visual, donde una correcta fotografía, una tenue música, un montaje extraordinario y un sonido muy bien conseguido, constituyen una atmósfera de sufrimiento, marcada por el dolor, el odio, la venganza, la libertad. La película es un cantó a la lucha por la libertad. La libertad de decidir el lugar que quieras. La dirección del debutante Gorka Merchán es realmente buena y muy trabajada.
Pero lo más intenso de este film es el trabajo de sus actores, tanto en conjunto como en separado. Destacamos:
Álex Angulo: Realmente poderoso y luchador.
Juan José Ballesta: valiente y grandioso.
Verónica Echegui: perfecto trabajo con el acento argentino, y perfecta transformación de la comprensión y el amor humanos.
Emma Suárez: Una esposa, madre y amiga luchadora, y un gran ejemplo de superación.
Carmelo Gómez: Una interpretación perfecta que soporta casi toda la carga emocional del film y los momentos de mayor lucha personal.
El resto del reparto espléndido.
También tengo que destacar la canción de Amaia Montero, precioso acompañamiento del film.
Una historia que os abrirá los ojos.

Lo mejor: El trabajo de los actores.

Lo peor: Su mensaje es demasiado radical.