LXI FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2013:
"Una Granada silente, un sastre Caníbal y una compleja historia de amor. Tres vértices de un triángulo que definen un cuento terrorífico, pero no por su abrumante apariencia, sino por la hazaña moral que despliega cuestionando los límites de nuestra sociedad que pervive en el recuerdo histórico, y en las contradicciones de la fe. Carlos levanta una brecha en los cuestionamientos morales que han invadido nuestro pensamiento desde hace siglos, dibuja un debate aparentemente resoluble, pero realmente profundo, donde las reglas de la moralidad ceden al deseo de querer entender la conducta de este ser, repugnante pero a la vez admirable. Su extremada frialdad y cotidianidad nos hace partícipes de estos dos sentimientos, repugnancia y admiración, que se confrontan como fruto de un interno cuestionamiento moral. En esta obra tan tremenda, cuesta asimilar todos y cada uno de esos elementos esenciales. Para entender su significado y el mensaje que nos quiere despegar es necesario revisarla una y otra vez, aunque es incuestionable que desde el primer momento te envuelve en su grotesco pero a la vez necesario planteamiento. Y no solo por él permaneces abrumado de principio a fin, sino también por su excelente atmósfera, propiciada por una riqueza visual absolutamente extraordinaria. Cada plano está mimado al detalle con soberbia inteligencia de lo que se quiere contar y transmitir. Manuel Martín Cuenca, además de coescribir esta sobrecogedora historia con aplomo, dirige con una brillante maestría cada una de las secuencias de este sobresaliente relato. Mención especial merece la maestría pictórica que imprime a cada uno de los planos el director de fotografía Pau Esteve Birba. A él se une un equipo técnico, que sin excesivos recursos, despliega un potencial artístico de soberana belleza. Hablamos del notable montaje, el extraordinariamente expresivo juego sonoro, la rica ambientación, que se enfrenta a la definición de una Granada poética y a la vez sombría. Con todo ello, lo mejor de Caníbal está todavía por llegar. Acompañado de una excelente Olimpia Melinte que define de forma excelente dos personajes antagónicos y bastante emocionales, se encuentra el cuerpo y alma de esta indiscutible joya, un entregadísimo y sobrecogedor ejercicio interpretativo por parte de un extraordinario Antonio de la Torre, que se lanza al vacío sin red, y cae absolutamente de pie. Su contenida intervención hiela, abruma, emociona, te arrebata con su poética mirada todas tus inquietudes y percepciones para sumergirte en su atroz ejercicio. Una muestra interpretativa brutal, que se presta al servicio de una joya, que sin llegar a ser perfecta, te roba la moral y la sepulta en las entrañas de ese ser que juega entre el bien y el mal, y que se sumerge en una sociedad de costumbres e iconos que bailan entre lo ficticio y lo real, como este sastre granadino que se despide con uno de los planos más bellos del cine español reciente."
Lo mejor: Un ANTONIO DE LA TORRE sobrecogedor.
Lo peor: A veces resulta tan grotesca que cuesta digerirla.
NOTA: 9,5(*****)
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