Crítica: Un profeta

Un profeta: 9(*****)
El cine francés se adentra en el drama carcelario, un film complejo y necesario. La película ofrece una sincera estampa social, y una compleja trama que en ningún instante te deja escapar, te sumerge en este juego de vicios, corrupción y sangre, y te atrapa hasta su emotivo final. El juego es complejo, y hay guiños hacia el más puro Coppola, la historia tragiversa sus bases y se enlaza en sintonía, hasta llegar a momentos de gran trascendencia y emoción. Jacques Audiard realiza su obra maestra, el film francés del año, una obra cumbre en su filmografía, y lo consigue gracias a su magistral dirección, llena de técnica y de complicidad con los actores, el sabe moverse entre tanta dificultad y diseña un film para apasionarte viéndolo. Sabe dirigir y sabe escribir este largo film, que en ningún momento decae. Su extrema violencia puede oprimir, pero también mentaliza con un arte seductor capaz de construir un gran entramado final. La fuerza del equipo técnico es innegable, la banda sonora de Desplat, el bestial sonido, el increíble montaje, la dirección artística, la acertada fotografía, no hay duda de su calidad y sintonía con el buen hacer de Audiard. Todo esto deja en bandeja unos papeles complicados, pero grandes regalos para sus actores, ya que los interpretan con magistralidad. Tahar Rahim debuta con brillantez, y lleva a cabo una lección de interpretación, no son menos los excelentes secundarios de lujo de los que disfruta el film, destacando entre todos el gran Niels Arestrup, absolutamente genial, hace suyas cada una de las escenas donde interviene. Sin duda, uno de las películas del año, capaz de captar el interés y adentrarte en un retrato intensamente fidedigno sobre la vida en la cárcel y la esquela social.

Lo mejor: La maestría de Audiard y su excelente reparto.

Lo peor: Su duración y su violencia.