jueves, 29 de marzo de 2012

Crítica: Medianeras


Medianeras: 8(****)
La era de Internet, era de la información, ha supuesto un cambio social importante, pasando de las cosas más elementales a las relaciones más personales. La red ha invadido nuestras vidas y se ha convertido en una aliada importante que nos acompaña desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. En este sentido las connotaciones negativas han supuesto un desarrollo importante de una opinión generalizada marcada por el miedo, aunque latente en el uso de este acompañante. A pesar de los logros, no se ha manifestado u aplaudido la forma en que la red ha inundado nuestras vidas de luz, acompañamiento. Como la mugre de las medianeras ha podido revivir y avanzar gracias a la perfecta soledad acompañada que nos regala Internet, o mediante un uso apropiado en el conocimiento humano, que deriva en historias de amor tan plenas y tan complejas en el tiempo y en el espacio como en el caso de este curioso cuento. Una historia que juega con los puntos cardinales, con los objetos claves, con la metáfora sutil, con la distancia, con la penumbra y finalmente con el amor. Todo ello unido y atado gracias a un guión que maneja una doble vertiente de significados opuestos, pero a la vez parecidos y contextualizados en una atmosfera planetaria y cibernética. Gustavo Taretto se atreve a dirigir con manejo y soltura este juego insólito de planos, miradas y encuentros, que funciona y avanza gracias a la meticulosa medición de los diálogos y silencios que enriquecen este relato tan onmipresente en la sociedad en la que vivimos. Su compleja luz, manejada con destreza, su sólida y atrevida ambientación y esa música latente y sincera, son las piezas sensitivas de este cuento con final feliz. El sonido de las palabras perdidas, y el montaje de imágenes perfectamente encajadas da forma y entereza a la personalidad universalizada. Y sin la convincente y arrebatadora mirada de Javier Drolas, y la fuerza interpretativa, en perfecto argentino, de Pilar López de Ayala, esta historia, con sus dos protagonistas no tendría la misma naturalidad y capacidad de convencimiento, porque ellos iluminan y elaboran personas de carne y hueso, con su asombrosa naturalidad, realmente asombrosa. Ellos fijan una historia de actualidad, necesaria, sincera, curiosa y sobre todo reivindicativa.

Lo mejor: Su enfoque tan personal.


Lo peor: Su lentitud a veces cansa.

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