LXIV FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN:
"La presencia e importancia de Ken Loach en la construcción de un discurso social dentro de la esfera cinematográfica contemporánea es capital. Loach, a través de sus películas, ha desglosado la realidad social de Europa, atendiendo incluso a derivaciones históricas, y encontrando ciertos nexos con los retratos documentales de Joris Ivens, pero desde la estructura de la ficción. Su cine se mantiene fiel a unos principios, que bajo diversas historias, vienen a reclamar unos ideales más justos en una sociedad deshonesta. Su última incursión, sorprendente Palma de Oro en el festival de Cannes, mantiene esta enmienda, pero juega de un modo incómodo, dirigiéndose a ciertas posturas menos interesantes de este realizador. Hablamos de cierta tendencia a lo maniqueo, en un discurso muy preparado (en el peor sentido de la palabra), y que busca provocar cierta sensibilidad forzando situaciones y personajes. La clara escisión entre un pueblo obrero victimizado y unos agentes del sistema tratados como verdugos, nos aleja completamente de lo que Loach intenta contar, y por ende, no encontramos la empatía emocional que se requiere para sentir la hazaña de Daniel Blake, personaje que acaba sucumbiendo al efectismo más simplista. En constraste a una definición impostada, juega a favor la sensibilidad de su realizador detrás de la cámara, el cual con gran virtuosismo otorga credibilidad y dinamismo a todo lo que cuenta. Del mismo modo, ayuda y con creces la entrega de un grupo de actores generoso, donde palpitan con fuerza un Dave Johns notable y una sólida Hayley Squires. Ellos y la firme postura audiovisual dejan que la película avance y se sienta por momentos, frente a una narrativa convencida en hundirla al encontrarse lejos de aquello que llamamos humanidad."
Lo mejor: Dave Johns y Hayley Squires.
Lo peor: Las imposturas de un tratamiento maniqueo.
NOTA: 6(***)
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