viernes, 4 de diciembre de 2015

Crítica: Techo y comida

XVIII FESTIVAL DE MÁLAGA. CINE ESPAÑOL:
"Parecía que me iba a enfrentar a la misma tendencia sensiblera allá por abril cuando pude asistir a la proyección del debut de Juan Miguel del Castillo. Las premisas de la película de forma casi inevitable remitían a ciertos peligros que mis ojos y oídos habían ya sufrido en episodios anteriores. No obstante, no pasaron apenas unos instantes cuando la expresión del Séptimo Arte a través de esta película, aparentemente sencilla pero grande en sus formas y contenidos, me encandiló hasta ese final en el que el corazón se te queda encogido y la cabeza revuelta. "Techo y comida" se desprende de todo tipo de adorno o fórmula edulcorada para acercarse a la historia de Rocío, esa madre frágil por momentos pero finalmente fuerte y luchadora, de un modo directo y honesto. Juan Miguel del Castillo consigue alejarse de un peligro inminente que atañe a este tipo de historias, y más en el contexto en el que nos movemos, hablamos del sesgo político-ideológico, que tan convaleciente ha dejado la narrativa de otras tantas historias. Este debut va más allá de panfletos, discursos sesgados, u otro tipo de intenciones ocultas, pues de la adversidad obtiene la más empática de las miradas. Su acercamiento al día a día de esta chica se muestra bajo una naturalidad admirable, así como bajo una comprensión audiovisual extraordinaria, que compendia bajo su abanico un interesante juego de metáforas sobre lo que somos y lo que nos define, que bien servirían para encarrilar nuestros caminos de forma certera. La astucia de Juan Miguel aporta un discurso de doble aspiración: por un lado, una admirable película muy bien llevada y planteada, y por otro lado, un ejercicio de reflexión y concienciación sobre nuestros devenires culturales. Sin resultar una película perfecta, hay algo que resultar indudable, y es la entrega absoluta de su reparto. Siempre queda esa conmovedora mirada de Mariana Cordero, o el gesto expresivo de ese niño rebosante de talento llamado Jaime López, pero sobre todo queda ese gesto, esa lágrima, ese impulso, esa fuerza y esa valentía que transmite Rocío a través de la extraordinaria aportación de Natalia de Molina, que firma aquí su mejor trabajo hasta la fecha. Un ejercicio colosal que se convierte en el principal pilar de uno de los mejores retratos sociales del cine español reciente."
 
Lo mejor: La inmensidad de Natalia de Molina.


Lo peor: La definición de ciertas subtramas.



NOTA: 8(****)

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