viernes, 4 de enero de 2019

Crítica: Todos lo saben

"Numerosas son las historias que planean sobre nuestra geografía, pero pocas son las que indagan con honestidad y profundidad en nuestras raíces. El cine español debe y mucho a cineastas claves de su historia, gracias a los cuales se ha podido labrar una historiografía sólida sobre el valor de lo español. De un modo casi milagroso, el siempre interesante Asghar Farhadi ha decidido acercarse a nuestro país, para abordar una historia de contradicciones, de miedos, de incertidumbres, en el corazón de la España más rural. Lo que parecía que podía convertirse en una estampa turística, ha sorprendido a propios y extraños, al compendiar uno de los ejercicios con más raíces y entidad de probablemente todo el arsenal cinematográfico contemporáneo español. Farhadi nos introduce en un pueblo del norte de Madrid, para hablarnos de las rencillas de una familia, que en primera instancia se reúne para celebrar una boda, y más adelante, encuentra en un acontecimiento quebradizo, un rumbo completamente diferente, que deambula entre la culpa y el rencor.  Todos los personajes que en principio acudían bajo el abánico de la ilusión y de la bondad, acaban derivando en un juego de víctimas y verdugos, completamente atronador. La simbología, constante en la obra del realizador iraní, se torna sigilosa y sutil para labrar ciertas ideas que poco a poco van perpetuando en la cabeza ese sentimiento de envidia al que al final acude la película. Pues en definitiva, este acaba siendo el motivo principal de una historia que habla desde las raíces de un país continuamente enfrentada a ella. Enfrentamiento labrado con sensibilidad y astucia por la mirada de Farhadi, que conforma uno de los ejercicios de estilo más notables del año, dando voz y silencio a cada rincón de esta compleja historia, así como conformando un ejercicio de dirección de actores absolutamente único. Pues, sin obviar la grandezas técnicas de la cinta, como la luz que baña con magistralidad a los personajes en un ejercicio sublime de José Luis Alcaine, esa ambientación absolutamente inmersiva y rica en detalles, las preciosas canciones de Javier Limón, generosas en buena literatura o ese montaje de ritmo inmejorable y precisiones narrativas absolutas, el potencial de la cinta reside en un reparto absolutamente generoso. Desde unos protagonistas enormes: Javier Bardem compone un personaje quebrado desde dentro, víctima de todos los devenires de esta historia, que compone con sutileza y elegancia desde la contención, junto a Penélope Cruz, que encarna la mater dolorosa a la perfección, y nos ofrece un magistral recital siempre al límite de la extenuación; hasta un elenco secundario extraordinario: Eduard Fernández compone desde la más absoluta verdad y nos regala otro gran trabajo en su carrera, Bárbara Lennie aporta algunos de los momentos más brillantes de la película, y con ellos el resto de secundarios construyen para compendiar probablamente uno de los repartos más sublimes y completos de la historia del cine español. No obstante, si hay algo que achacarle a la película, y que quizás la sitúa un peldaño por debajo de las grandes obras del maestro Farhadi, son los giros casi culebronescos que adopta el guion en el segundo tramo del film, ese que va más por la vía del thriller, pues ciertas decisiones, y ciertos momentos de obviedad restan a la sutileza que se construye desde la cámara. Con ello, es innegable que nos encontramos ante una de las películas del año, una clara revindicación a lo que somos, y como somos, un país que bajo mantas de agua esconde sus secretos más íntimos."

Lo mejor: El extraordinario reparto, único en la historia de nuestro cine.

Lo peor: Cierta tendencia a lo culebronesco en el segundo tramo de la cinta.


NOTA: 8(****)

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