martes, 12 de septiembre de 2017

Crítica: La muerte de Luis XIV

"Hay películas que simplemente te dejan noqueado, otras que te arrebatan el alma y finalmente unas pocas que te dejan abrumado por su inteligente conciencia. La última aportación del siempre estimable Albert Serra entra en este selecto grupo de cintas, labradas al detalle y capaces de recoger un amplio abanico de lecturas de la forma más inteligente posible, a la par que coherente. Todos los elementos confluyen como si fueran pequeñas piezas de orfebrería labradas al detalle para conformar un conjunto absolutamente deslumbrante. Serra ya nos había propuesto, con trabajos anteriores, ciertos ejercicios de deconstrucción de los mitos, llegando en esta ocasión a su vertiente más puramente histórica, por lo que la enmienda era doble. No sólo afrontar los psicologismos de un personaje, sino también relacionarnos con su momento histórico. Y es absolutamente admirable como Serra perfila el ocaso del mayor monarca francés en relación a su época. Uno siente la agonía de este hombre, que en su cama prostrado y hasta completamente despojado de su triunfalismo, se convierte en el eje principal de su tiempo, que en su ocaso apenas acaricia las grandes virtudes de lo que fue. La visión de esta agonía asfixia la conciencia del espectador entregado a la muerte del monarca, y al mismo tiempo se convierte en el punto de inflexión y reflexión sobre lo que fue una época, y sus claras repercusiones en la esfera presente, que como afiladas agujas se clavan en lo más hondo del espectador, labrando de esta manera una muestra histórica única y de absoluta firmeza. Serra sigue con detalle todo este proceso, y mima todo un conjunto, matizado en la maestría del extraordinario vestuario y una caracterización física encomiable. Sin olvidarnos de la paleta fotográfica y el juego decorativo. Muestras brillantes que acompañan a la precisa narración vertida en el gesto de un grande: Jean-Pierre Léaud compone de forma brillante la esencia de Luis XIV, y nos deleita con su amplio juego de signifcantes, en una película imperecedera, extraordinariamente bella en las formas, rabiosamente actual y firme en sus convicciones, tan claras que agotan en su extraordinario cometido. Obra magna del cine contemporáneo."
Lo mejor: El gesto inmenso de Jean-Pierre Léaud y la complejidad discursiva que propone Serra.

Lo peor: Su lenta digestión no siempre acompaña a su recepción pública.

NOTA: 10(*****+)

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