En la jornada del miércoles, de carácter especial por la entrega del premio Donostia a una dama del cine como es Sigourney Weaver, películas de corte muy social y de al otro lado del charco, han acumulado la reacciones más sonoras. En Sección Oficial, la explícita "Jesús", ha determinado una recepción negativa, frente a la buena acogida de dos cintas de la sección Horizontes Latinos, de nuevo, "Santa y Andrés" y "El amparo". En lo visto, hay que hablar de tres películas, muy diferentes entre sí.
La primera, y de larga duración, es la nueva cinta del aclamado e inquietante cineasta rumano Cristi Puiu, un gran renovador del lenguaje cinematográfico dentro de esa tendencia en auge del cine rumano. "Sierra Nevada" (Perlas), muy aplaudida en Cannes, nos ha depcionado en cierta medida. Pues si bien nos encontramos ante un film muy sólido, le falta definición en ciertos tramos de su extenso recorrido para lograr ser una película redonda. Si es cierto que la película en ningún momento resulta plomiza, pero cuesta al mismo tiempo encontrar la grandilocuencia de su discurso, a pesar de su arriesgada apuesta. Un film de espacios mínimos y diálogos máximos, que busca en su discurso una crónica sobre los males de la cultura, la sociedad y por ende, los ejes políticos. Un film que sacude todos los puntos de nuestra actualidad y que verbaliza con garra sus motivos, gracias a un reparto extraordinario, donde todos y cada uno consiguen que ciertas flaquezas queden disimuladas ante la excelencia de sus trabajos. Era díficil lograr una película así, y hay que admirar el riesgo y la conciencia de un guion, que aunque imperfecto, consigue levantar una obra muy interesante, que presiento el tiempo pondrá en su lugar.
La segunda película es la última e inesperada Palma de Oro de este año, "Yo, Daniel Blake" (Perlas). La segunda para el cineasta Ken Loach, que ya lleva dos por sorpresa. Un film de seres humanos, que presenta cierta artificiosidad por los mismos y reiterados motivos del cine de este realizador: la recurrente crónica maniquea entre la población obrera y los líderes del sistema. La película se agarra a este discurso y a pesar de su buena realización y las buenas labores interpretativas de sus dos protagonistas (Dave Johns & Hayley Squires), resulta distante, a pesar de la fuerte intencionalidad emotiva que maneja. Es díficil adentrarse en una película que supuestamente habla sobre las voces de la verdad, o simplemente de la realidad, cuando su estructura ideológica se antoja tan poco creíble y alejada de lo que realmente planea en nuestra vida, convierténdose más en un panfleto que en una crónica de la realidad social. En contraste a este gran defecto, mencionar junto a lo ya mentado, la admirable puesta en escena de una visión tan madura como la de Loach.
La tercera y última película del día es la de ese director entrado en decadencia artística, que es Oliver Stone. "Snowden" (Sección Oficial fuera de concurso), de clara vocación política (nada nuevo en el frente), retrata la hazaña de Edward Snowden en 2013 al publicar en el diario The Guardian documentos clasificados de la NSA. Retrato de esta figura y su enmienda que pretende aludir a numerosas cuestiones sobre la seguridad y la intimidad de nuestra actualidad más inmediata. La película abusa de una fórmula muy utilizada por la industria norteamericana, que se trata de abusar de muchísimo contenido técnico para de este modo inflar las carencias de un discurso que directamente maltrata a sus personajes. Las marionetas de este guiñol resultan indiferentes y a veces insoportables, ante la falta de credibilidad que manejan, y la película no para en todo su metraje de soltar verborrea, que agota y hace que la película sea soporífera, por no utilizar otra serie de calificativos. Tampoco el errático trabajo de dirección o las mejorables interpretaciones ayudan, a pesar del buen funcionamiento técnico. Pues, estamos ante un film impostado, más preocupado en aparentar supuesta trascendencia que en crear un discurso honesto e interesante.
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