La primera película de la jornada, "As You Are" (Sección Oficial), de Miles Joris-Peyrafitte, ha sido muy mal recibida (se escucharon abucheos en el pase), y no es para menos, ya que este intento de mostrar la homosexualidad durante la adolescencia en un país tan concreto como Estados Unidos, naufraga por todos los frentes. Aludiendo en cierta manera a la reciente "Los héroes del mal" y a otras películas generacionales, el film se presenta de una forma y acaba determinando en un tema muy concreto. Su análisis y planteamiento se antojan forzados. La película no avanza y la credibilidad que maneja se desploma poco a poco. Es inevitable aludir a continuas comparaciones, pues la película se asemeja a otras muchas pero con menor calidad. Tampoco ayuda una dirección errática, y con momentos prescindibles, ni unos trabajos actorales mejorables de sus tres protagonistas (algún secundario brilla). Lo que mejor funciona es sin duda un trabajo fotográfico que dota a la película de cierta atmósfera ante las cojeras de un guion que no sabe por donde salvarse.
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Juan Antonio Bayona, vuelve a ser uno de los protagonistas de este festival, gracias a "Un monstruo viene a verme" (Sección Oficial fuera de concurso). Una película que ha recibido grandes alabanzas, pero que nos ha decepcionado personalmente. Es una película que intenta ser emotiva y resulta forzada en la mayoría de sus cometidos. La introducción fantasiosa, a través de relatos algo estúpidos, está cogida con pinzas, lo que provoca que el avance de la trama se atragante y llegue a derivar en un producto insípido. Es tal el interés por dar forma a este aspecto de la obra, que se pierde la posibilidad de dar complejidad a unos personajes que se encuentran desdibujados, y se acercan más a la caricatura y al estereotipo que a la vida real. En constraste, hay que admirar, una vez más, en el cine de Bayona, el conjunto técnico: los extraordinarios efectos especiales, la notable fotografía de Óscar Faura, el trabajo de ambientación o la bonita composición de Fernando Velázquez, todo al servicio de un trabajo de dirección que esta vez muestra sus cotas más bajas. En cuanto a las labores de interpretación, hay que admirar el esfuerzo de Felicity Jones y del niño, Lewis MacDougall, que hacen lo que pueden ante el irregular material que manejan. Sin duda, una de las grandes decepciones (hasta el momento) de este festival.
Ya adentrándonos en la nocturnidad, admiramos la cinta "Frantz" (Perlas), de François Ozon. Una bellísima película que construye un relato, repleto de subtextos. Es indiscutible la maestría ya sabida de Ozon para otorgar sensibilidad a lo que se ofrece en pantalla, esta vez reforzada por un ajuar técnico envidiable (brillantes fotografía y ambientación), pero en esta ocasión es interesante también remarcar un mensaje que no vuela en la superficie, sino que se encuentra en lo más profundo de cada uno de los personajes. Y ahí, reside el interés de esta cinta, en la capacidad de desglose e interpretación que maneja, gracias a sus metáforas y a su capacidad para acumular tanto contenido oculto y prestarlo al servicio del espectador. La mirada de Paula Beer traspasa cualquier pantalla, así como las palabras de Pierre Niney, para hacernos partícipes, casi cómplices de los entresijos de esta película mayúscula, obra maestra inmediata.
La jornada termina con la nueva apuesta cinematográfica del serbio Emir Kusturica, "On the Milky Road" (Perlas), muy de la tendencia de este realizador, pero con ello, insólita. A pesar de ciertas imperfecciones, especialmente acumuladas en ese alargado y desmadrado tramo final, la película maneja las armas de la comedia con habilidad, y construye un cuento que atina a combinar las facetas más creativas con el ejercicio más social. El pulso de Kusturica es notable y anima a construir un film en el que el ritmo se mantiene de principio a fin. Algunos secundarios brillan especialmente, y la factura técnica es extraordinaria. En especial esa ambientación y esa música tan propias de este universo, que consiguen que salgas del cine con una sonrisa. Es una película para dejarse llevar por su aluvión de explosiones y sensaciones, pues en definitiva es el mayor reclamo que medita un film tan imperfecto como interesante.
Y mañana, más y mejor...
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